
Me explico: si el opositor se propone estudiar ocho temas diarios a hora y media por tema, sabe que si se pone a las ocho de la mañana y se coge una hora para comer, a las nueve de la noche debería haber acabado. El opositor que haya quedadado a las nueve y media para tomar una caña con los amigos o dar una vuelta con el novi@ etc, se concentrará a tope en el estudio durante el día porque sabe que tiene un límite: por la noche tiene "mejores cosas" que hacer.
Lo mismo pasa con el día de fiesta: si sabemos que ese día tenemos compromisos extraopositoriles no podremos vaguear durante la semana porque no habrá día comodín para recuperar las horas perdidas. Además, lo de que el día de fiesta se llegue efectivamente a estudiar es una nuestras mayores mentiras... Cada semana comprobamos que, efectivamente, no se estudia ni la mitad y aún así seguimos engañándonos día flojo a día flojo con que recuperaremos el día de descanso. De ahí que cuando se lleva un tiempo en esto, lo mejor sea tener una vida social activa, todo lo contrario de lo que a priori podríamos pensar.
Cuando se empieza con la opo, la fuerza y la garra del principio nos empuja a aprovechar cada minuto al máximo, pero cuando pasan un par de años tenemos que buscarnos otros alicientes porque la ilusión de aprobar se va diluyendo inconscientemente a medida que pasa el tiempo y nuestra vida se va focalizando única y exclusivamente en la oposición.
Quizá yo haya sido muy drástica dejando de lado todo lo demás y ahora me arrepiento un poco. Por ejemplo, cuando iba a la biblio y tenía mi chupipandi es cierto que echaba menos horas de reloj, pero por otro lado también cundían más: si sabes que a las once hay cafelín del descanso te propones hacer X temas y los haces. Si estás en tu casa, solo como un perro, seguramente no te importe ir más lento y hacer el café a las doce o incluso tomártelo frente a los porqueris.
Es como cuando tenía novio, aprovechaba mucho más el estudio la semana en que venía a verme porque sabía que no podría decirle "Cariño, lo siento pero el sábado tengo que estudiar porque me han quedado colgados X temas" y madrugaba muchísimo cuando estábamos juntos para poder desayunar tranquilamente con él cuando se despertara.
Por eso recomiendo que no dejéis la vida de lado por la oposición, o correréis el peligro de perder de vista por qué estáis luchando, porque, no nos engañemos, no sólo estudiamos por tener el trabajo que queremos sino sobre todo para tener el tiempo y la oportunidad de estar con quienes amamos cuando tengamos el trabajo por el que hemos luchado.
De ahí que este finde, aprovechando una visita muy especial, haya colgado el hábito, me haya calzado los tacones (metafóricamente hablando) y me haya olvidado un rato de este encierro, porque ser opositor vale, pero monja de clausura ya es pasarse.
Me he aireado y he disfrutado como nunca recordando lo que es la vida, lo que nos espera, que este estatus opositoril es transitorio y que lo mejor está por venir... Echemos los restos para acelerar cuanto podamos el cambio. ¡A por ellos!